La madurez de una mujer que se creyó. el cuento
Tras una invitación de su amiga María Elisia Urrea, Alma Aparicio, poetisa, recopiladora, investigadora y fundadora de la Agrupación de Escritores de Cerro Navia, pudo cruzar la frontera que la separaba de sus recuerdos de infancia, que la vinculan con su natal Carahue (el lugar de la ciudad que fue). "Antes solo podía llegar hasta Temuco", confiesa Alma, en entrevista con El Cerro.
A principios de los años sesenta, la pequeña e inquieta Alma, fue enviada por su madre viuda a casa de una tía paterna en
Santiago. Desde entonces, Carahue se fue alejando de su vida y de su corazón, solo los años lograron reconciliarla con el lugar de la ciudad que fue. En la capital completa . sus estudios primarios y secundarios.
Tras su paso por el Instituto Comercial, descubrió que lo suyo no eran los números, sino la vocación solidaria que la llevó a desempeñarse durante años como Auxiliar de Enfermería en el Hospital Félix Bulnes, hasta que en 1974, el curso de los acontecimientos vividos en el país, la hizo retornar al sur. "Me fui a Arauco, me casé y luego vinieron mis hijos; en eso estuve 23 años, hasta que me separé, y al fin pude escribir tranquila, sin nadie que estuviera sospechando de mí", afirma con orgullo, mientras enciende su tercer cigarrillo y el café se enfría, escuchándola con atención.
La infancia de Alma está marcada por la soledad y los sueños; por el viento y la lluvia; por las lecciones en el silabario "El Ojo", donde aprendió a leer, por los libros que devoraba en la pequeña biblioteca familiar. Su juventud también está teñida por el dolor de sus amigos desaparecidos
durante la dictadura, como Nelson Curiñir Lincoqueo un universitario de Temuco (cuyos restos solo fueron encontrados en los años noventa), a quien le escribió "Octubre rojo", y con el que compartió inolvidables veladas culturales.
Luego de su separación matrimonial, Alma logra concretar el sueño de editar el trabajo de muchos años silentes, de muchas noches mientras velaba la salud de sus pacientes, de horas incomprendidas, de trabajo a cuentagotas. "Mi entrañable amigo Julio Araya, esposo de Marcela, la Mujer Metralleta, me dio la oportunidad en 1999 de publicar "Amor sin fronteras", mi primer libro de poemas. Ese mismo año
ingreso a la Sociedad de Escritores de Chile". Después vendrían otros títulos: "Tiempos, suelos y papel", 2001; las antologías colectivas "Brotes poéticos del poniente", 2003; y "Las dos lunas llenas", 2004; "Vida y obra del poeta Gilberto Catalán Barril, 2004, investigación biográfica; y la recopilación colectiva de cuentos "Letras del río Mapocho", 2004.
Esta mujer de aspecto frágil, que ha cultivado la poesía y el cuento infantil, también ha esparcido su semilla literaria por varios lugares, desde Cerro Navia hasta Caracas, donde fue invitada por el gobierno de Hugo Chávez a participar en el 16¼ Encuentro Mundial de la Juventud. En Cerro Navia se la vincula con el mundo de la cultura, con la docencia y las ganas de sacar adelante múltiples proyectos. "Gracias a una beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, pude hacer una pasantía en Carahue, compartí mis experiencias con alumnos de 40 escuelas, hicimos trabajos de creación literaria e incursionamos en mitos y leyendas". Para ella, "Soy de Verde y Lluvia", que fue lanzado en la Feria del Libro de Arauco, "es un homenaje al verdor del sur, a mi hábitat; una síntesis de mi existencia. Extraño las lluvias del sur, el olor de mis sauces", sostiene con nostalgia la escritora residente en Cerro Navia.
"Soy de Verde y Lluvia" es un compendio de emociones diversas, que mezcla .pocas y personas, que surge como corolario de una vida que necesita ir ordenando los recuerdos para contarlos. García Márquez sostiene en sus memorias que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Eso es tal vez lo que propone
Alma Aparicio en su séptima obra, que el público capitalino podrá conocer.
Alma Aparicio ha construido su historia a fuerza de muchos sacrificios personales y familiares. Hoy se encuentra en el mejor momento de su vida, y de ello quiere hablar en sus libros. "Sueño con seguir escribiendo hasta que las velas no ardan".
En eso está ahora, dando forma a su primera novela, que aún no tiene nombre y que verá la luz en los próximos meses. El
café se enfrió.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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